sábado, 1 de febrero de 2020

Tormenta

A veces la vida te conduce por terrenos peligrosos, pero es necesario caminarlos y así tener una historia que contar. No todos son tan tenebrosos como lo describen, algunos simplemente te permiten desarrollar ciertas habilidades o solo te hacen saber que las tenias. Otros son realmente difíciles, especialmente cuando reúnes la valentía suficiente para perdonar... y ojalá que te alcanzara para olvidar; pero estos no son tantos. Aquellos tormentosos aún siguen siendo escasos, pero son de esos en los que la angustia, el miedo, la incertidumbre y la desesperación  te persiguen mientras tienes conciencia.

Siempre escribo como si tuviera un destinatario... quizá mis letras no lo tengan determinado, pero mis dibujos, cada uno de mis trazos, si. Curiosamente, en cada una de mis creaciones siempre existe alguien que me pregunta ¿que significa? ¿cual es la historia detrás de todo?... Siempre me veo muy limitada para dar respuestas, por ello dejo que sean los actores de cada escena quienes retomen cada momento y logren crear la descripción y la respuesta perfecta para quien pregunta, ya sea a través de su búsqueda o simplemente con un mensaje implícito detrás de cada gesto, cada mirada, cada sonido emitido o cada recuerdo contemplado al rededor de estas creaciones.

Me he enamorado de tantas cosas: colores, paisajes, hombres, canciones e historias, pero en cada tipología siempre existirá un color, un paisaje, un hombre, una canción y una historia en particular. Hablar del amor es algo tan frecuente como hablar de la muerte o el honor, pero pocos hablan de las marcas que estos temas dejan en cada historia, en cada cuerpo. Hoy me he dado la oportunidad de contar al mundo a través de este microespacio, mi experiencia, que mas allá de una historia pretende decirle al mundo lo importante que es seguir al corazón, a pesar de todo.

Siempre procuré ser una mujer distante, desligada de todo afecto que al final se tornaría adictivo y propio de una pareja. A veces me resultaba imposible, pero aún así, lograba retomar ese camino. No voy a negar que lo disfrutaba, especialmente cuando deseaba estar sola, conocerme, escapar de todo por un momento y regresar a la realidad con un espíritu mas fuerte, mas orgulloso y cargado de mucha energía, que me permitía esquivar y combatir cualquier tipo de compromiso, al que llamaba ridículo. Lo hice por un par de años, los suficientes para darme cuenta que tanta rudeza, soberbia y orgullo me quitaban la autenticidad. ¿quien quiere vivir bajo una mentira, la falsedad y con una barrera permanente? Solo la soledad puede esperarse de ello. Quise vivir una nueva versión, en la que conservé lo bueno de mi anterior etapa y me despedí de aquello que no quería repetir, todo iba bien, pero el tiempo y un par de circunstancias comenzaron a generar el karma correspondiente, hice mucho daño y llegaba el momento de pagarlo. Justicia divina, le llaman.

Justo en el momento en que quise entregar una naturaleza auténtica y llena de amor infinito para dar, mi alma era rechazada, le quitaron la venda y quedó desnuda, desprotegida . Y se cargó de tanto dolor, tanta desesperanza y humillación que lo único que quiso fue refugiarse en esa armadura, de nuevo. Entonces corrió hacia la desesperación y sus efectos comenzaron a tener secuelas en mi cuerpo. Múltiples alteraciones físicas, dolores permanentes en el pecho, cansancio permanente e inspiración en agonía. Pero existía algo que no le dejó caer por completo, pero no sabía como llamarle, como describirle, no sabía que era.

Retomé las lecciones de vida que siempre me acompañan, la única riqueza que realmente poseo. Supe que mi zona de confort debía ampliarse y para ello fue necesario salir de ella. Era de esperarse que me estrellara, lo inusual fue lo que se cruzó en mi camino. Era imposible contemplar nuevas ilusiones, abrir mi alma de nuevo e intentarlo una vez mas, no quería mas dolor, escapaba a la mas mínima frecuencia de reincidencia, pero como todos los terrenos peligrosos, siempre se tiene la tentación de caminar en ellos. Asumí el riesgo y aquí sobreviví para narrar el final de esta etapa, por lo menos hasta hoy.

Me envolví en un entorno de lo que siempre rechacé: lo típico, lo común, el compromiso, el enganche, la dependencia leve y la superficialidad. Lo curioso es que, aunque no lo disfrutaba, significó un reto que quise asumir, uno del que no esperaba premios, simplemente una experiencia mas. Entonces fue cuando recuperé algo que creía perdido en lo mas profundo de mi ser y que siempre estuvo allí, algo muy inesperado: la esperanza. No fue un ser maravilloso ni perfecto quien me llevó hasta allí, pero lo logró. Poco a poco cada dificultad se fue desvaneciendo, sin necesidad de perder mi esencia, mis gustos o las ganas de amar. Entonces, asumí compromisos, diversifiqué mis gustos y comencé a disfrutar de una compañía de una forma en que nunca antes lo hice.

Pero no todo fue tan maravilloso. Nuevamente los terrenos peligrosos, regresaron para que los cruzara, sin invitación, sin premonición, sin consentimiento. Me hundí en ellos, no tan profundo, pero si lo suficiente para sentirme ahogada, angustiada, humillada. Entonces escapé como pude y respiré profundo. Embarrada, contaminada, débil y rota, comenzaba una nueva etapa en soledad, pero pude ser feliz siendo yo, queriendo amar todavía, a pesar de todo.

Fueron varios episodios similares, pero el perdón aún no tocaba la puerta de mis dudas ni el olvido las ventanas de mi memoria. Son fuertes los retos que estos dos amigos imponen, ellos nunca te cuentan a cerca de la paz que se obtiene cuando se llega a tan nobles acciones del pensamiento humano, porque las motivaciones y/o recompensas para ponerlos en práctica son mínimas, por no llamarlas nulas. Y allí está la grandeza de su significado: no actuamos por un condicionamiento operante, como en la mayoría de las situaciones... pero si por un sentido mas profundo de la existencia.

No puedo decir que he perdonado totalmente, mucho menos que he olvidado, pero es verdad eso de que el amor todo lo puede. Ahora que estoy en ese proceso, que me he encontrado con experiencias invaluables, situaciones tan extrañas y sentimientos tan nuevos, quise plasmar mediante mis trazos todo lo que he logrado, aquello que me hace fuerte y todo lo que hasta ahora me ha permitido continuar en pie. Aunque no tenga un significado explícito, puedo decir que cada parte de la historia está allí plasmada y que no hace falta una mente prodigiosa o una profundidad espiritual envidiable para interpretar cada conexión realizada: colores, direcciones, lineas y contornos, todos llevan a una misma conclusión: amar es la respuesta, especialmente cuando se comienza por si mismo, así se marca el camino y se toman decisiones, esas de las que duda la razón, pero que al final dan crédito al corazón, especialmente cuando hablamos de un éxito.